Más allá del afán por hacer las cosas bien, documentarlo todo y alcanzar cada uno de los objetivos, nuestro trabajo en equipo también implica adaptarse a cada circunstancia y disfrutar de la pasión por la arqueología y la investigación del pasado egipcio. En estos últimos días, estábamos tan concentrados en el rincón meridional del patio de Djari y el acceso a una estructura subordinada que nadie escuchaba las bromas de uno de nuestros mejores mustarines, Abu Saidi, quien contaba que el propio Amenhotep III Neb-maat-Ra (“Ra es el señor de la Verdad”) le había indicado sentado en su hombro una gran noticia: “encontrarás un pozo en la entrada de esta tumba”.

Precisamente en una de las fotos seleccionadas del lunes se le podía ver concentrado en limpiar la acumulación de ladrillos… desde donde nos indicaba, cada vez que podía y riéndose profundamente, que íbamos a encontrar un pozo en su zona de trabajo. ¡Dicho y hecho! José Alba y Laura, equipo que supervisa la limpieza de la zona –y de la mano de Abu Saidi– han encontrado hoy un pozo que plantea interesantes incógnitas: ¿pertenece al plan original de la tumba de Djari? ¿Puede tratarse de un pozo posterior vinculado con la reutilización del monumento en el Reino Nuevo? ¿Es un pozo intacto que no había sido identificado hasta ahora o ha sido ya saqueado?

Seguramente estas preguntas recibirán respuesta a lo largo de los próximos días, aunque ya podemos avanzar dos cuestiones interesantes: por un lado, el material que aparece como parte del relleno superficial del pozo incluye materiales modernos (un paquete de cigarrillos Melachrino & Co., una llave metálica pequeña, un papel de periódico alemán de principios de siglo), lo que indica que alguien debió descender este pozo anteriormente; eso no quita para que hayamos encontrado restos que parecen provenir de un sarcófago de caliza o ladrillos de adobe que, seguramente, sirvieron en su momento para sellar el pozo. Por otro lado, sin embargo, ninguno de los investigadores conectados con la zona desde principios de siglo hasta hace unos años (e.g., Winlock, Davies, Roehrig, Kampp) ha incluido un pozo en los planos del monumento, lo que significa que no debieron verlo o no les pareció lo suficientemente valioso. Sea como sea, el equipo investigará en detalle este pozo que seguramente nos ofrecerá gratas sorpresas en unos días.

En cuanto al trabajo en la tumba de Dagi, el equipo de Raúl, Jaime y Carmen han identificado un área de cubeta para la preparación de mortero blanquecino y el recubrimiento de las paredes a pie de obra. Este tipo de hallazgo –que cada vez más sirve de complemento a las aproximaciones de la Filología Material– nos ayuda a evaluar cómo preparaban la decoración los artesanos egipcios; si a ello le añadimos que los obreros de la época dejaron marcadas sus manos e improntas de sus dedos a la hora de trabajar, el descubrimiento merece análisis, documentación e incluso análisis químico de muestras obtenidas de la cubeta.

En cuanto al equipo de conservación, en estos días han estado trabajando junto a los inspectores de restauración para encontrar los componentes y cantidades necesarias y con ello crear los mejores morteros y argamasas posibles. Han creado tres tipos de morteros fundamentales y con ellos esperamos que en las próximas campañas podamos dedicarnos a consolidar y restaurar los muros de las tumbas de Djari y Dagi, así como sus pinturas.