El estudio de la cultura material nos permite reconocer categorías, tipos, modos de fabricación o producción e incluso usos y reúsos de los objetos, tanto de lo cotidiano como del mundo de lo funerario. Además, una parte de la información que se puede obtener en ocasiones –y esto es lo que suele interesar de primeras a los arqueólogos– es la fecha o periodo del objeto, lo que permite al especialista contextualizar todo un estrato, unidad o ámbito arqueológico.

Con la limpieza del pozo (ya saqueado) aparecido en el pasillo transversal de la tumba de Djari hemos conseguido recuperar numerosos objetos a los que le hemos aplicado rápidamente las condiciones arriba expuestas: análisis de sus tipos o categorías, modos en los que se podrían haber fabricado, tipo de uso en la vida real y/o como ajuar funerario y, por supuesto, posible datación de los mismos. Para bien o para mal (¡aquí en el equipo cada uno tiene su opinión!), nuestro pozo está repleto de restos de naturaleza múltiple: las jarritas en miniatura o los fragmentos de maquetas del Primer Periodo Intermedio aparecen en contacto con recipientes pintados de azul y conos funerarios del Reino Nuevo, pedazos de estatuas en granito, restos de ataúdes de Época Baja y cerámicas coptas o bizantinas. Un buen ejemplo de la diversidad de este pozo es el conjunto de conos funerarios de un individuo llamado Iah-mes (Ahmose) aparecido junto a una bandeja de ofrendas del Primer Periodo Intermedio. Sin duda alguna, la vida de un complejo funerario como éste, situado en el epicentro de Asasif y ocupando un pequeño hueco entre las masivas construcciones de Montuemhat (TT 34), Pedamenopet (TT 33), Pabasa (TT 279) y Padihorresnet (TT 196), fue mucho más activa de lo que puede reconocerse a simple vista; eso justificaría las «mil y una capas» de reutilización del presente monumento y el material tan variopinto que nos llega del pozo.

En el complejo de Dagi el equipo conformado por Raúl y Jaime continúan recopilando información sobre el espacio que se está excavando en la zona del pasillo transversal que queda detrás de los pilares 3 y 4. En esta zona ha empezado a evidenciarse las continuas capas de uso del espacio desde la Dinastía XI hasta el periodo copto. Los estratos por encima del gebel (i.e., roca madre) muestran una secuencia que se extiende desde la preparación y enlucido del suelo original para Dagi hasta la acumulación de escombros y la posterior producción de, al menos, dos nuevos suelos, así como bancos adosados y muretes en las dos primeras fases de ocupación copta. En esta zona, además, se ha hallado un rebaje del suelo original con dos hoyos que podrían haber sido utilizados para instalar un telar de grandes dimensiones en una fase anterior a la aparición de escaleras, portalón y bancos adosados en la sala.

Por otro lado, en la tumba de Ipi (TT 315) continúan Carmen y Antonio recopilando todos los números y objetos de inventario necesarios para su empaquetado y envío al Magazine Carter y al Museo de Luxor. Aún contamos con la segunda campaña de este 2023 para completar esta labor y cumplir con los requerimientos del Ministerio de Antigüedades. La selección de los ejemplos más característicos de vendas, sudarios, trapos, bolsas de natrón, tapones y las jarras de gran tamaño se realiza sopesando el papel que las mismas jugarán en la exposición que estamos preparando para el Museo de Luxor y la posterior entrega de estos materiales al Museo de la Momificación de Luxor.

En la tumba de Dagi, Lily ha completado la evaluación de las pinturas murales que se preservan en su lugar. Mientras, Olivia y Ella han llevado a cabo de urgencia algunas consolidaciones de aquellos espacios murales que en la cercanía de la excavación llevada a cabo por Raúl necesitaban algo de cuidado y protección. Además, Jaume ha continuado con las tareas de consolidación y almacenamiento de los fragmentos más delicados de pintura mural llegados a sus manos desde la tumba de Dagi.
